Ya hace casi dos meses que esta serie llegó a Netflix y comenzó a ser el tema del momento, las críticas eran muchas, lo mismo que la gente que la veía, no noté en ningún momento que alguien fuera indiferente a ella, y eso vaya que llama la atención. Por lo que decidí verla pero que terminé mucho tiempo después de haberla empezado, no precisamente porque no quisiera hacerlo, sino por cuestiones del internet de mi casa. La serie nos cuenta a través de 13 capítulos las razones por las que Hannah Baker, una estudiante de preparatoria norteamericana, se suicidó, no sin antes dejar su testimonio en audio cassettes en los que cada lado está dedicado a una persona que ella considera responsable de su muerte. Episodio a episodio nos vamos dando cuenta de las situaciones desafortunadas que, encadenandose, van haciendo cada vez más difícil la vida de Hannah, quien tampoco era una blanca palomita. Todas estas narraciones las escuchamos y vivenciamos desde el punto de vista de Clay, un amigo no tan cercano pero que siempre estuvo enamorado de ella, grabación a grabación somos testigos de la impotencia, desesperación y las ganas de enmendar los errores suyos y de los compañeros de escuela que aparecen en las cintas. Todo este enredo melodramático tiene muy preocupados a sus padres porque no tienen absoluta idea de las cintas (así como cualquiera que no aparezca en ellas) y tiene muy preocupados a los compañeros de Clay porque creen que en cualquier momento puede revelar el contenido de estas que no les resulta para nada favorecedor. Una vez que las personas comenzaron a ver la serie, sucedieron fenómenos bastante curiosos, primero salieron las personas defensoras de los desamparados que prometían cambiar su actitud para ya no dañar al prójimo gracias a que la serie les había abierto los ojos, vieron en esta a una serie magnífica y se atrevían a decir que sería la mejor serie del año por el mensaje que mandaba, como si, desde el inicio de los tiempos, no supieran que el hacer alguna agresión a alguien puede provocar secuelas bastante graves como el suicidio de esta persona. Tal como sucede con los personajes de la serie, esta reflexión se hizo de dominio público, se agradece la noción de cambiar un poco el trato hacia los demás, pero es algo que en realidad yo no he visto que haya cambiado y que los mismos personajes tampoco cambian. Poniéndome en el lugar de quienes la amaron, los aspectos que me parecieron sobresalientes fueron en un primer momento la edición y el ritmo, ya que si bien la trama central no resulta del todo intrigante, logran darle una carga de suspenso que te hace querer seguir viendo la serie hasta terminarla lo más pronto que puedas, la edición es maravillosa, intercalando escenas de la línea de tiempo actual com muchos de los recuerdos del protagonista, los otros personajes y la narración de Hannah. El soundtrack es maravilloso, a pesar de ser una serie dedicada al público joven, tiene muy buenas dosis de canciones de antaño, así como propuestas más recientes, la selección se agradece bastante. Las actuaciones son convincentes, sobresaliendo Dylan Minnette, el protagonista, a quien no me molestaría ver en las próximas entregas de premios importantes que vienen. Posterior a la ola de amor y reflexión que rodeó a la serie, llegaron los abucheos y el odio, bastante intenso también, no solo porque les parecía una serie mala (algunas veces mencionando esto sin haber visto más allá del primer episodio), sino porque “enaltece a quienes se suicidaban”, es decir, todos aquellos que desde siempre se han generado juicios bastante superficiales hacia las personas que deciden suicidarse, decidieron correcto emitir estos juicios sin fundamento ocultándose en que “criticaban a la serie”, el resultado, de nueva cuenta, solo fueron habladurías, porque en nada cambió la forma en la que se tratan las personas. Resulta curioso también que en la serie los personajes hacen lo mismo, juzgan a la persona que murió, justifican sus actos y quieren callar a quienes tienen algo que decir al respecto. Poniéndome en el lugar de los que la odiaron, puedo decir que el punto débil de la serie es el guión de varios capítulos, la serie empieza muy bien, vamos conociendo poco a poco que los que tienen una grabación destinada para ellos, son de verdad personas que comparten algo de responsabilidad en la forma que se tornaron las cosas para la protagonista, pero se llega a un punto en el que ya no saben qué inventar para que efectivamente sean 13 las grabaciones que hizo Hannah, llegando a pasar por momentos ridículos y de sobra que son tan prescindibles que incluso me llegué a equivocar y vi un capítulo más adelante del que debería haber visto, y no pasó absolutamente nada, después lo vi y me di cuenta de que aún así pude comprender de qué iba todo, por fortuna a partir de la cinta de Clay (el mejor capitulo, sin duda), la serie agarra un rumbo que no suelta hasta el final. Lo que me lleva a la reciente confirmación de que habrá segunda temporada, misma que “develará secretos que no se vieron en la primera”, lo cual no me puede parecer mas absurdo, el final de la serie es bastante redondo, los personajes llegan a puntos que si bien no son conclusivos, por ello no quiere decir que sea necesario que lo sean, las mismas exigencias de la trama hacen que tengamos suficente de Hannah Baker, para el resto de la eternidad, pero como todos sabemos, lo lucrativo de la serie es la principal razón por la que se atrevieron aceptarlo, sin pensar que, si la segunda temporada no resulta convincente, será bastante odiada por los fans que ya se ganó, y dará argumentos para odiarla más a quienes ya lo hacen. Puedo concluir esto diciendo que, a final de cuentas no es una mala serie, está bastante bien y cumple, no es la mejor serie, ni siquiera de su mes, pero resulta algo digno de verse. Después de todo, con tanta polarización de opiniones, no somos más que un personaje más de esa serie, tomando posturas, como ellos lo hacen, de un suceso significativo.