Hace 37 años murió Ian Curtis, vocalista de Joy Division, tal vez la banda más influyente con la carrera más corta de la historia del rock, tan solo dos álbumes de estudio llegaron a realizar antes de que Curtis decidiera suicidarse. Siempre queda la duda de qué habría pasado con su carrera de seguir vivo, la respuesta es simple, la banda no tendría el culto que actualmente se le rinde y no quiero imaginarme si seguirían llevando a buen puerto su carrera, influidos y a la vez desesperados por la irreverencia y el valeverguismo del punk, el post punk que ellos propusieron regresa los instrumentos a ritmos más pausados y a canciones que tienen el permiso de extenderse hasta donde sea necesario con tal de involucrar al escucha en una atmósfera única, en la que predominan las letras oscuras y con una carga emocional sin igual, lo mismo influyeron para que surgiera el rock gótico que el synth pop, lo mismo ha sido reconocido Curtis como poeta que como genio musical, así que alístense con sus mejores galas (de color negro, claro), pónganse sus mejores audífonos y acompañen su lento pero intenso caminar nocturno con la música de Joy Division.
Unknown pleasures (1979)
Álbum debut que desde su portada ya te avisa que estás a punto de escuchar algo diferente. Un disco que podría dar la impresión de algo lento y aburrido si no se le escucha con detenimiento en el orden que aparecen las canciones pero que poco a poco te convence de lo contrario, una verdadera genialidad que se disfruta bastante canción tras canción, preocupado por la atmósfera que crean los sonidos en perfecta armonía con las emociones demostradas por la letra de sus canciones, pasando de lo triste a lo frenético, con ritmos marcados por el bajo y la batería, de quienes aprendimos a volver indispensables gracias en parte a ellos. La voz de Ian resulta inquietante al no ser melódica en el sentido estricto de la palabra, pero que es demasiado original como para pasar por alto. Canción indispensable: “She´s lost control”.
Closer (1980)
Deshaciéndose de toda pretensión de evitar caer en la maldición del segundo disco, Joy Division convierte su sonido en algo más sofisticado (por si no fuera suficiente ya), para en esta segunda entrega meter mas sonidos nuevos que vuelven toda la experiencia el soundtrack perfecto para un freak show. Canciones en las que se hace cada vez más presente el sintetizador con el objetivo claro de seguir apostándole a la atmósfera, Curtis trabaja un poco más su voz y alcanza melodías inéditas en el. De nueva cuenta la portada del disco aporta a que la experiencia de todo este nuevo sonido, sea una experiencia completa, a partir de aquí es cuando las líneas de influencia principales de la banda se separan para a veces converger, el synth pop y el rock gótico unidos y sublimados como nunca antes en la banda que los gestó, podría llegar a decir que en lo formal me gusta más la apuesta de Closer que de Unknown Pleasures, pero los dos discos son tan buenos que prefiero amarlos a ambos de igual manera. Canción indispensable: “A means to an end”.
Adicional a estos dos álbumes existen varios singles que son igualmente memorables, algunas canciones fueron reunidas en discos recopilatorios que también vale mucho la pena escuchar. Cabe aclarar que el protagonismo y talento de Curtis era tal que después de su muerte el resto de miembros de la banda decidieron dejar de ser Joy Division y convertirse en New Order. Hoy Ian sigue siendo un artista de culto y sorpresivamente, la influencia de Joy Division se vuelve cada vez más fuerte.