I,Daniel Blake (2016)
Dir. Ken Loach Ganadora de la Palma de oro en el festival de Cannes del año pasado, llega a los cines nacionales una película tan conmovedora y bien hecha que no se te saldrá de la cabeza por un buen rato. Protagonizada por dos actores que tienen trayectorias cortas y casi desconocidas, esta cinta se erige como una de las mejores de la década gracias a la maestría con la que retrata los devenires de la cotidianeidad. La cinta nos cuenta el calvario por el que tiene que pasar Daniel quien, tras sufrir un infarto y haberle prohibido trabajar para evitar otro, no puede cobrar una pensión por desempleo porque para quienes aprueban estos apoyos, el aún puede trabajar. Viéndose imposibilitado para continuar con el trámite debido a que todo se hace por internet y el no sabe cómo usar una computadora, el poder apelar a la decisión de negarle la pensión se vuelve una tarea casi imposible. Para lograr su objetivo tiene de su lado a una de los burócratas quien se muestra bastante paciente y comprensiva con él, así como su vecino que vende zapatos. Dentro de una de sus muchas peleas en las oficinas gubernamentales conoce a Katie, quien también está ahí para solicitar la pensión pero también le es negada y tiene que vérselas difícil al cuidar a sus dos hijos, arreglar su casa y subsistir sin dinero hasta que encuentre un trabajo. El principal motivo por el que esta cinta te atrapa desde el principio es porque el problema que trata es tan cotidiano que nadie nunca hemos estado exentos de él, desde el simple hacer fila para algún trámite hasta los procesos burocráticos con el servicio que deja mucho que desear y todos los pasos complicados e innecesarios para llevarlos a cabo, la mediocridad de los sistemas de apoyo a las personas en situaciones vulnerables y toooodos los corajes por los que tenemos que pasar son muchas de las cosas que hacen identificarnos inmediatamente con los personajes, si a ello le agregamos lo bien desarrollados que están, la película termina siendo bastante efectiva no solo como ese retrato de la vida cotidiana, sino como una denuncia a esos problemas de vulnerabilidad en el que terminan las personas por falta de oportunidades. La película tiene un par de escenas con las que es imposible no empatizar, ya sea porque nos haya pasado, porque nos han contado o porque sabemos que no están nada fuera de la realidad, son intensas y apelan bastante a los sentimientos del espectador. Conforme vemos las decisiones que los personajes toman, así como las que los obligan a tomar, nos vamos internando mas en la cinta, cuando nos damos cuenta, estamos tan inmersos en la problemática de los personajes que no podemos dejar de ver hasta que la cinta termine. Loach se adentra a la sociedad británica más desprotegida no solo de recursos económicos sino de algo tan básico como sus propios derechos y le muestra al mundo algo que es bastante evidente aunque en ocasiones no nos damos cuenta: los seres humanos, en nuestro afán por subsistir, somos capaces de seguir adelante aunque llegar al final del día día represente una difícil tarea. Pareciera que después de ser la gran ganadora en Cannes, el furor por esta película desapareció, y a diferencia de algunas premiaciones en el Reino Unido, en algunos otros países pasó desapercibida en cualquier categoría.