Justo como nos lo prometieron en la temporada pasada, el matrimonio Underwood está dispuesto a acabar con los formalismos de su posición como el matrimonio presidencial y empezar a jugar sucio para mantenerse como tal. El miedo y la paranoia norteamericana es el vehículo que ven conveniente para seguir en el poder y nosotros como televidentes somos testigos de las movidas que ambos realizan, sin embargo en esta ocasión, no generan tanto impacto como en otras temporadas. La temporada está dividida en dos partes, las cuales no ocupan el mismo tiempo, ahí está el primer error. La primer parte nos habla sobre el proceso electoral en el que el gobernador Conway es el favorito para ganar debido a su gran carisma y a la fama que tiene de ser un político justo. Ante este desolador panorama, Frank hará y moverá todos los hilos (como lo sabe hacer) para comenzar a generar favoritismo en la sociedad, esto ante lo que parece ser una amenaza de un grupo islámico y sus constantes ataques terroristas, pero ¿de verdad serán ellos o se aprovechan de la paranoia generada para hacerles creer que así es?. Esta parte de la temporada inicia bastante bien, hay intriga, suspenso, y el sentimiento de que siempre los Underwood tienen todo bajo control, sin embargo todo este asunto de las elecciones se alarga tanto que comienza a ser tedioso y los personajes pierden un poco el interés del espectador, al parecer a sabiendas de que esta línea no iba a dar para tanto, la detienen en seco cuando la trama ya no puede dar de sí, y el cambio en el tono es muy notorio, todo para dar paso a la siguiente parte de la temporada. La segunda parte gira en torno a una serie de demandas por fraudes electorales, asesinatos y mil y un crimenes de los que Francis es sospechoso (y que sabemos que es culpable, pero somos sus cómplices y lo defenderemos, ¿cierto?). Esta segunda parte resulta por demás interesante, hay mucho dinamismo e introducción de personajes muy buenos (soy fan de Patricia Clarkson y su personaje digno de ser el comic relief de película o serie de David Lynch), lo malo es que para cuando todo esto comienza a agarrar forma, a la serie solo le quedan 3 o 4 capítulos y todo se vuelve apresurado, al grado que algunos elementos terminan por exagerarse, por ejemplo, las muertes y los accidentes, son tantos que ni siquiera parecen naturales dentro de la trama. La serie sigue teniendo actuaciones de primera por parte de todo el elenco, esperemos que los sigan tomando en cuenta para los próximos EMMY porque, tan solo la pareja protagonista, no deja de sorprendernos con sus interpretaciones, siguen generando carisma a pesar de ser seres despreciables que hacen cosas horrendas, y eso es un logro que no cualquier serie alcanza. La fotografía sigue siendo hermosa, con movimientos de cámara delicados y utilizando un elemento que en la cuarta temporada fue la sensación, el no mostrarnos a cuadro varias cosas que tenemos la certeza de que están pasando pero que no necesitamos ver para imaginar cómo sucedieron. Los colores sombríos como muestra de elegancia son un gran acierto que desde siempre ha existido en la serie. La edición es buena y tiene grandes aciertos, agradecemos que la serie siga sin tener escenas o tomas de sobra, aunque el error que ya mencioné antes tiene que ver más sobre el cómo la temporada en sí fue gestada. Lamentablemente no estamos ante una de las mejores temporadas, sus aciertos son muchos, pero son aciertos que la serie ha tenido desde siempre y que ya no resultan un trabajo arduo para quien lo hace bien. El principal problema al que esta serie seguirá enfrentándose es en el guión, tiene tres temporadas gloriosas (la primera, segunda y cuarta) y afortunadamente no cayó en el abismo horrible en el que cayó la tercera temporada, y esperemos que no lo vuelva a hacer, pero considero que si se tiene que prestar especial atención más que nunca a cómo estará estructurada la temporada y de qué manera nos mantendrá al filo del asiento esperando con ansias que los 5 segundos que nos separan de un capítulo y otro terminen.