Es hora de hablar de la tan anticipada secuela que, insisto, nadie pidió, de Blade Runner, una película de 1982 que vino a sentar las bases de la ciencia ficción en futuros distópicos como la conocemos hoy en día, con una propuesta visual y argumental tan fuerte, que pudo crear y cerrar su propio universo sin necesidad de crear toda una franquicia, también resultan estos elementos tan sólidos y han sido retomados tantas veces que si hoy alguien ve la primer entrega, puede que no quede tan fascinado porque es todo lo que ya se ha visto antes (algo así como lo que le ha pasado a Ghost in the shell). Por eso mismo el hacer una secuela representaba un reto doble, por un lado tenía que contarnos una historia cautivadora que no fuera más de lo mismo, y por el otro, justificar esa historia para que no pareciera hilada a huevo con la película de los 80’s.
La película inicia explicandonos que, casi erradicada la raza de replicantes que resultaban un peligro para la humanidad, las industrias Wallace han diseñado en todo el tiempo transcurrido entre la primer entrega y esta, nuevas actualizaciones de robots que ahora están al completo servicio de la sociedad, entre ellos los Blade Runners, de los que nos centraremos en “K” quien, al exterminar a un replicante, descubre que éste ocultaba un misterio que puede comprometer seriamente a todos los robots y su relación con los humanos como ahora la conocemos.
K es un Blade Runner solitario que tiene una relación amorosa con un software llamado Joi, encargado de hacerlo sentir en compañía y que ésta sea placentera, la relación de ambos se torna bastante seria cuando, incluso en las situaciones complicadas, Joi sale al rescate. La película cuenta con otros personajes sobresalientes, pero es el regreso de Rick Deckard el que tuvo a todos en espera de esta nueva y sorpresiva entrega.
Si bien la trama avanza de forma poco convencional para las superproducciones de hoy en día, con un ritmo que se acerca más al de la cinta original, no quieres perder detalle por ningún momento de lo que está pasando, el guión tienen demasiados plot twists para mantener la atención del espectador, y como ya es característico de Villeneuve, el mayor plot twist de la cinta, que tiene que ver con la verdadera importancia del personaje de “K” en este universo, voltea todo lo que la misma narrativa te propone, lo cual se agradece porque te hace creer que todo va justo hacia donde esperas que pase, al final resulta un thriller bastante redondo, con todos los cabos bien atados y comprensible para todo el que la vea.
Era de esperarse que el desempeño en taquilla de esta cinta fuera muy pobre, reafirmando así que no solo quiere repetir muchas cosas de su antecesora en cuanto a su propuesta, sino también en cuanto al éxito que compartieron en su momento, y me atrevo a decir que también compartirán la gran relevancia que la primera parte representa no sólo para su género, sino para el cine en general. En el caso de esta nueva entrega tenemos mucho del atrevimiento de los blockbusters de autor de esta década, que resultan una moneda al aire para la posible recepción que pueden tener, pero que aseguran al espectador que, lo que está viendo, tiene por completo el sello de sus realizadores.
El aspecto más propositivo de todos es el visual, la fotografía es exquisita y se aprecia por sobremanera cada segundo de la película, los encuadres son perfectos, ponen todos los elementos a encuadrar en primer plano y le dan mucha relevancia a los colores fríos, el futuro distópico se ve sucio y saturado de elementos en el aire, ya sea neblina, polvo o gas y los interiores son limpios, generalmente llenos de luz y algunos con predominancia de sombras, que nos demuestran lo destructiva que fue la mano del hombre al dejar en perfecto estado lo que se construyó sin importarle el ambiente natural en el que lo hizo. La cámara se mueve de forma lenta pero precisa, con tomas aéreas para resaltar paisajes bastante estéticos a pesar de no ser bellos, se mueve también de manera astuta en las escenas de pelea que, cabe mencionar, son pocas pero muy bien coreografiadas.
El diseño de producción se voló la barda al mostrarnos escenarios que son puro deleite visual, teniendo la difícil tarea de seguir por la línea que la anterior cinta ya proponía, pero que a su vez demostrara una evolución verosímil para la cantidad de años que suceden entre esa historia y la nueva, así como mostrarnos el desarrollo de la trama en varios ambientes tan diferentes no solo en los elementos que componen lo que vemos en cámara, sino explicándose por ellos mismos el por qué se encuentran en el estado en el que los vemos actualmente.
Los efectos visuales, unos CGI y otros análogos, son excelsos, desde la recreación de paisajes hasta el rejuvenecimiento de algunos personajes, son muy detallados y demuestran ser el resultado de un trabajo exhaustivo cuyo objetivo era seguir aportando al concepto total de la cinta, nunca aparecen de sobra o saturan la pantalla de elementos innecesarios, sus creadores saben en donde se es necesario que aparezcan y son conscientes de que mucho depende de ellos que esta cinta no caiga por la borda de la inverosimilitud.
A sabiendas que el cine no solo puede disponer del poderío visual de sus imágenes, también el aspecto sonoro resulta una delicia complementaria a lo que las imágenes están brindando a los ojos, la cinta tiene un diseño sonoro soberbio, la música que también es maravillosa, es insertada en escenas clave en las que luce bastante bien (tal vez abuse un poco de tonos estridentes pero nada que moleste al espectador), muchos de los sonidos son fascinantes, dotan a la cinta de una atmósfera envolvente en la que existen escenas que, en este rubro, pasarán a la historia (la del bar de los hologramas y la pelea en la bahía), son sonidos que aumentan tu adrenalina y alteran todos tus sentidos provocando una mayor admiración a lo que se está presenciando.
Los actores también hacen muy buen trabajo, Gosling como sucesor de Ford en cuanto al protagonismo de la cinta, lo hace muy bien representando (como bien lo sabe hacer) al héroe casi anónimo con pocas expresiones emocionales, que, cuando llega a puntos importantes vaya que las externa. Ford no desmerece al regresar a interpretar a uno de sus mejores personajes, ahora como un héroe retirado y renegado de la justicia, con una actitud muy explosiva. Cabe destacar la revelación que es Ana de Armas, una actriz que está trabajando mucho en Hollywood pero que ahora le toca un papel que, de no ser entrañable, todos terminaríamos repudiando, lo hizo de maravilla y por decirlo de algún modo, ella carga el corazón de la cinta.
Desconozco si esta cinta llegará a envejecer de la forma en que lo hizo su antecesora, pero algo es seguro, por mucho tiempo será una referencia obligada para el cine de ciencia ficción, Villeneuve se ha encargado de realizar otra vez una magna obra de la cinematografía, y ya veremos si sus siguientes proyectos vuelven a serlo, por lo pronto toda mi confianza está puesta en lo que sea que él haga, incluyendo secuelas que nadie pidió de películas que son coyunturales para el cine como lo conocemos.