De los tres directores mexicanos más exitosos en el extranjero, Del Toro era el único que no había figurado aún en las categorías principales del Oscar, en parte por la filmografía tan peculiar que tiene, con muchos altibajos en donde solo El laberinto del fauno (la que considero su obra maestra) había logrado, anteriormente, nominaciones tan importantes, por ello sorprende bastante que una cinta suya, muy apegada al género fantástico, con una trama con elementos no tan sutiles, haya conseguido no solo estar presente en esta entrega de premios, sino que es la película con más nominaciones de esta edición, es atípico que una película de una chica que se enamora de un pez antropomorfo haya gustado tanto a la gente, lo sé, ese tipo de tramas han existido antes y son un éxito, pero no son contadas de esta manera, en la que se incluye el aspecto sexual de esa relación e incluso se le da un contexto sociopolítico muy interesante.
Del Toro lleva sus típicas fantasías ahora a la guerra fría, en un centro de investigación gubernamental en la que los desarrolladores de tecnología tienen que cuidarse de los espías rusos que pueden robar su idea, ahí conocemos a la protagonista, una chica que se ha quedado sin voz debido a una operación mal realizada que le destruyó las cuerdas bucales, y su repentino enamoramiento de un pez antropomorfo atrapado en ese centro, el amor entre ellos dos crece al grado tal que ella planea liberarlo, pero tanto los norteamericanos como los rusos desean investigar el cuerpo de este hombre/pez. Como podemos leer, el guión de esta cinta no es una gran y compleja historia, como suele suceder con Del Toro, todo se simplifica argumentalmente a contar la historia que se quiere contar sin un contexto o trasfondo innovador, no por ello deja de funcionar como vehículo de entretenimiento y entrega una trama fluida y digerible. Punto aparte merecen las constantes acusaciones de plagio que ha recibido esta película, lo cual puede manchar un poco el desempeño de la misma en las premiaciones.
A pesar de esto, Del Toro hace un trabajo estupendo como director, su puesta en escena pareciera sacada de algún libro de cuentos, siempre preocupado por poner a cuadro lo que el espectador necesita ver para comprender lo que está sucediendo e incluso predecir lo que va a pasar, la cinta tiene muchos elementos estéticos únicos, que si bien no están siendo desarrollados en un mundo imaginado desde cero, si tiene un toque muy único e imaginativo. Algunas escenas referentes al cine y a los musicales parecieran sacadas de todo contexto pero son guiños muy divertidos, nutren a que empaticemos con los personajes.
Dicho sea de paso, sin la forma en la que los actores interpretan sus personajes, esta película perdería el 90% de su encanto, Sally Hawkins hace un trabajo estupendo al no utilizar su voz para transmitir por lo que su personaje está pasando, además de tener un encanto que no desperdicia cada que aparece a cuadro. Octavia Spencer también resulta un buen complemento aunque pareciera que interpreta al mismo personaje que en la mayoría de su carrera. Richard Jenkins y Michael Stuhlbarg cumplen muy bien su papel en este cuento como los bienintencionados ayudantes de la protagonista, cada uno con sus formas pero ambos demostrando que son personajes de buen corazón, Doug Jones acostumbrado ya a interpretar personajes bajo un traje de monstruo de nuevo lo hace sorprendentemente, primero como un ser intimidante que poco a poco va demostrando la inocencia que en realidad tiene. El contrapeso de todos estos personajes es Michael Shannon, quien interpreta a un villano como solo él sabe hacerlo, tal vez el personaje con mayor complejidad de toda la película, frío y con intenciones nada agradables.
En el campo visual no hay nada que reprocharle, los colores que emplea el departamento de arte, con mucho énfasis en la suciedad, las corrosiones y el desgaste de interiores, con saturación de algunos objetos y pocos espacios iluminados. La fotografía también tiene su aporte interesante precisamente al hacer estos juegos de luces que hacen ver que algunos exteriores en verdad no dejaran de ser un interior, dejándonos la sensación de que no solo el monstruo es el que está en cautiverio. El vestuario es otro punto importante cuando se analiza la trama y la evolución que tiene su protagonista una vez que comienza a interactuar con el monstruo, del cual la caracterización es verdaderamente sorprendente, con mucho cuidado en los detalles del mismo, y buscando empatizar con el público mediante la mirada.
La música de Alexandre Desplat me conflictúa, no es mala, Desplat es un músico muy talentoso, pero en definitiva no está dentro de sus mejores trabajos, esa necesidad de emular a la música de Amélie lo vuelve en ocasiones irritante, una lástima que el segundo Oscar de este compositor (mi favorito, por cierto) sea por un trabajo no tan bueno.